Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre el Acuerdo Trasatlántico para el Comercio y la Inversión, o más conocido por sus siglas en inglés TTIP. Su principal objetivo es la eliminación de las barreras comerciales en la compraventa de bienes y servicios entre la Unión Europea y Estados Unidos. Esto crearía oportunidades de crecimiento económico y de empleo a largo plazo, aunque parece que algunos quieren enturbiar tal fin.

En el 2011 se creó un Grupo de Trabajo de Alto Nivel con el que se quería estudiar el impacto que tendría una reducción de las barreras en el comercio entre la Unión y Estados Unidos. Dos años después se iniciaban las negociaciones para alcanzar tal acuerdo, contando con el beneplácito del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompy, y el presidente de la Comisión Europea, José Durao Barroso. 

Las rondas de negociaciones están próximas a su fin, lo que es aprovechado por ciertas organizaciones -principalmente anticapitalistas- para generar ruido y confusión al respecto. Uno de las principales críticas hacia este es su falta de democracia, ya que va a ser aprobado sin referéndum. Sin embargo, antes de entrar en vigor debe ser presentado al Consejo de Unión Europea, donde deberá pasar el filtro de la mayoría cualificada. Tras ello, deberá ser aprobado por el Parlamento Europeo y posteriormente deberá ser ratificado en los Parlamentos de los Estados miembros. Por tanto calificarlo de antidemocrático resulta poco lógico. 

Además, el TTIP no es el primer tratado de libre comercio que la Unión Europea negocia con un país. De hecho existen numerosos tratados que han sido aprobados del mismo modo y que ni mucho menos han sido sometidos a referéndum. Ejemplo de ello es el Tratado de Libre Comercio con Colombia, con Corea del Sur, Canadá o el Acuerdo de Asociación Comercial con Centroamércia, con el que también se han eliminado barreras arancelarias con el objetivo de abrir mercados y reducir los costes de las exportaciones. 

Otra de cosas que se intenta poner en cuestión del TTIP es la intervención de empresarios y grupos multinacionales, que aportan una perspectiva empresarial, necesaria para llegar a acuerdos que beneficien a todos. Además, se argumenta que esto va a permitir que las empresas privadas estadounidenses se hagan con servicios públicos europeos. Lo que de verdad se pretende es que, en el caso de que un organismo público quiera privatizar alguna empresa estratégica, una compañía estadounidense pueda entrar a concurso en las mismas condiciones que una española, alemana o británica. 

¿Es tan malo todo como lo pintan? Si se eliminasen tarifas se conseguiría en concepto de PIB 68,6 millones para la Unión Europea y 67,1 millones para Estados Unidos. Se conseguirían reducir las barreras del sector servicios y se fomentaría la inversión. El principal sector beneficiado con este acuerdo, en el caso español, sería el agrícola, que se encuentra con costosos impuestos a la hora de exportar ciertos productos a este país. Otro de los beneficios  sería una mayor flexibilización del mercado laboral.