¿Por qué Rusia y Estados Unidos bombardean Siria?
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La crisis energética es uno de los mayores problemas de
Rusia. En 2013 HSBC pronosticaba que alcanzaría su máximo de producción
petrolífera entre 2018 y 2019, experimentando un estancamiento antes del declive,
que se produciría entre 2020 y 2025. Asimismo, a esto hay que sumarle que el
precio del crudo se ha reducido un 50% en los últimos años, el desplome más
prolongado en 20 años, tal y como señala Middle East Eye.
Aquí es donde entra en juego Siria. Casi todos los países
que intervienen en su guerra están vinculados al negocio del gas, entre los
que se encuentra Rusia. Todos ellos tienen la mirada puesta en uno de los dos
proyectos de gaseoductos que atravesarían Siria para llevar el gas qatarí e
iraní al continente europeo, según lo señala el profesor Mitchell Orenstein de
la universidad de Harvard.
Uno de los planes es la construcción de un
gaseoducto que pase por Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía, lo que
excluiría al mayor vendedor de gas de Europa. El otro proyecto permitiría a Moscú controlar las importaciones de gas hechas desde Irán, el mar Caspio y
desde Asia central.
¿Y qué pasa con EE.UU? En 2011 Reino Unido, Francia, Israel
y EE.UU estuvieron dando cobertura a las facciones rebeldes que luchaban contra
el presidente sirio Bashar Al Assad. Este apoyo a los opositores del régimen no
fue simplemente por realizar una buena acción. EE.UU apoyaba el proyecto opuesto al de Rusia para que este no fuese el único que controlase el gas en Europa.
A finales de 2013 Rusia firmó un acuerdo con Siria para
poder explorar el este del Mediterráneo, donde se estima que hay alrededor de
34 trillones de metros cúbicos de gas. Este movimiento como era de esperar no
fue muy bien recibido por el gobierno estadounidense, que trabajaba con Israel,
Egipto, Turquía, Chipre y Líbano para llevar a cabo una construcción que diese
cobertura de gas a todo el Este del Mediterráneo.
La situación actual siria con las facciones del ISIS
acechando han puesto a Al Assad al borde del abismo. La caída del presidente
del régimen sirio a favor de las facciones más radicales del islam supondría,
no solo el fin de los proyectos de gaseoductos, sino que pondrían hacer que se
extendiese el terrorismo del EI a Chechenia, algo que Rusia no está dispuesto a
consentir.
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