Lo de los partidos socialistas europeos es, parafraseando al gran García Márquez, la crónica de una muerte anunciada , y en gran parte con fundamento. En una sociedad cada vez más informada -e incluso sobreinformada- y cada vez más cabreada y menos fácil de persuadir, al menos en términos políticos convencionales. Quizás el gran error del socialismo europeo ha sido venderse como una izquierda que no era. 

PASOK ha sido la primera evidencia de lo que ya se veía venir: ser una socialdemócrata centrista está de capa caída. Este partido ha pasado en menos de una década de conseguir la mayoría absoluta a ser un partido residual en el congreso. En los últimos comicios, celebrados este domingo, tan solo se han hecho con el 4,69% de los votos, lejos de 43,9% del 2009. Su fin se sentenció cuando  Yorgos Papandreu rompió con el partido y creó el suyo propio: Movimiento de los Demócratas Socialistas, que se ha quedado fuera del Parlamento. Sin duda alguna, el descalabro de ambos partidos socialdemócratas ha sido fruto de la hipocresía, la corrupción y la escasa empatía con las clases medias y bajas, las más afectadas por la crisis. 

Otro ejemplo claro de la decadencia de los partidos socialistas está en el panorama nacional. Antes de la irrupción de podemos las encuestas no le daban un resultado mucho mejor que el de ahora. Ni tan si quiera Pedro Sánchez, que se presentaba como la única salvación, ha conseguido arañar los votos necesarios para posicionarse mejor en las encuestas. Pero hace falta más que decir que las cosas van a cambiar. La población quiere franqueza e ideas directas, el storytelling no es suficiente. Ahora parece que quiere pasar a la primera línea de la política Susana Díaz. No le auguro un resultado mejor a alguien a quien solo el interesa el poder y poco lo que opine la gente. Menos chupar cámara y más pensar en la población. 

Nuestros vecino franceses no están muchos mejor que nosotros. Lo de Fraçoise Hollande es una serie de catastróficas desdichas. Y preveo que los atentados contra el Charlie Hebdo no va a ayudar a los socialistas demasiado. Más bien encumbrarán a Marie LePen. Aunque el contexto galo no ha sido ni es tan crítico - en términos económicos- como el español o el griego, también tiene lo suyo. Bueno, Hollande tiene lo suyo: amoríos, promesas electorales rotas, una capacidad de crecimiento económico cada día peor... y así un suma y sigue que cansa a los franceses y a cualquiera. Manuel Valls, sin embargo, es un ejemplo de buen hacer ensombrecido por un partido agotado.